miércoles, 21 de enero de 2009

La Marcha Imperial o Inguration of the Imperator


Subía las escaleras del Templo Imperial,  su tez oscura no dejaba duda sobre sus orígenes. Solo ayer su raza era esclava en algún planeta más allá de nuestro sistema Alpha. La ciudad brillaba como nunca cuando la luz de los soles pegaba sobre las placas de platino que recubrían el Domo del Templo. Todo estaba preparado para recibirlo, la guardia pretoriana izaba nuestra bandera, las naves sobrevolaban el espacio aéreo alejando cualquier posibilidad de que nuestro pequeño planeta capital sea atacado por terroristas, los androides de protocolo subían y bajaban dejando todo perfecto, todo hermosamente litúrgico. 
Mientras subía esas escaleras para hacer el juramento de Imperator, su mente se iba a la pequeña aldea de agricultores donde nació, en un pequeño planeta de una sola y pequeña Luna, recordaba las manos de su madre y los cariños de su padre, recordaba cuando los hicieron esclavos, los grilletes de láser, los golpes de plasma en su cabeza y la muerte por evaporación de sus padres. Mientras subía, el puño se endurecía aún más. Atrás su Gabinete lo acompañaba hacia el tabernáculo.
Las explanadas políticas estaban atestadas por miles de millones de seres venidos de todas las Galaxias. Era un momento histórico era la emancipación del esclavo, convertido en Autocrator, por la soberanía popular entregada a la Pitonisa, ella cada 30 años elige al sucesor del fallecido emperador mediante cálculos y estimaciones probabilísticas, lo escoge entre trillones de seres repartidos en la Republica, ella junto a Sofía y Juno son el Oráculo que dirime entre los hombres las diferencias en Religión, Política y Economía, los fundamentos de nuestra civilización; son nuestras maquinas sagradas, son la última palabra.
Suenan las trompetas, el ruido de las masas es ensordecedor, el apoyo popular es unánime, jamás la Pitonisa se ha equivocado, suben humos desde los incienciarios, los profetas cortan sus manos y ofrecen sus laceraciones a la Trinidad Mecánica, en un costado del Templo los niños creados a partir de los genes del nuevo emperador, son sacrificados a las maquinas, su sangre es el combustible que las hace existir sus carnes el alimento, son cientos los bebes que son lanzados a trituradoras que los transforman en un liquido oscuro que conectan y hacen vivir al Oráculo. 
A cada peldaño que sube el antes esclavo, el delirio se desborda; a cada peldaño que sube flanqueado por su gabinete, el recuerdo de las tropas enviadas por el ex-emperador a arrasar con su pueblo lo hace pensar en venganzas, crueldades, pagar con la misma moneda. Aún no se explica como llego ahí y porqué llego ahí.
Al llegar a la plataforma de juramento, esta se desprende del edificio manteniéndose a una altura que deja al descubierto para él, la orgía de muerte y sangre que baña los cimientos del Imperio. Ve a niños como los suyos, siendo devorados por trituradoras, siendo lanzados por famélicos personajes. Mira hacia atrás tratando de encontrar alguna ayuda en las personas que eran de su confianza, todos estaban con los ojos volteados escupiendo saliva por su boca, abajo las multitudes ensordecidas por sus propios gritos no entendían nada y no querían entender nada. El olor a putrefacción se volvía nauseabundo el Sacerdote de la Ley, posa su mano en el Libro Sagrado, y lo hace repetir el juramento ancestral de los Imperator. Levanta sus manos a la multitud, esclavos y libres lo aclaman, él solo ve porquería, ahora es emperador y los quiere matar a todos.  

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